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lunes, 22 de julio de 2013

El verdadero Rajoyov

Camaradas:

El verano comienza a hacerse largo y tedioso. El Partido, víctima inocente de la cruel crisis económica originada por la voracidad y la especulación de los ricachos al servicio de los mercados financieros, ha visto severamente mermada su capacidad de adquisición de productos de primera necesidad socialista; en efecto, el marisco, el champán francés, el jamón de bellota, el embutido ibérico, el caviar iraní y tantas otras cosas sumamente necesarias para afrontar con éxito la difícil lucha de clases han tenido que dejar de enviarse a los escalones inferiores del Partido para concentrarse en los cuadros dirigentes, los que de verdad llevamos el peso y el desgaste propios del proceso revolucionario.

Pero para levantar vuestra moral y vuestro espíritu combatiente, el P3 os vaticina el próximo y seguro triunfo de la revolución proletaria, a la vez que os hace partícipe de uno de los secretos mejor guardados, la identidad de quien va a hacer posible ese triunfo de la revolución.

Retrocedamos a noviembre de 2011. Tras la victoria del fascismo sociológico, muchos analistas predijeron la instauración de una teocracia cuyo jefe espiritual iba a ser Rouco Varela, la ascensión de Jiménez Losantos al puesto de ministro portavoz y director de RTVE, la abolición de las conquistas sociales logradas durante la democracia avanzada de Zapatero y la instauración de la sotana como prenda oficial de trabajo en el ámbito público, entre otras terroríficas predicciones. Algunos de vosotros, aterrorizados, enseguida os distéis a la fuga hacia Perpignan, o tapiasteis una habitación para esconderos dentro. Los más inconscientes cogísteis una lancha para huir por mar hacia otros países, teniendo que ser rescatados por la reaccionaria Guardia Civil porque os quedásteis sin combustible a mitad de camino. Sin embargo, los cuadros dirigentes permanecimos tranquilamente en nuestras dachas porque sabíamos que nuestro hombre infiltrado en el Partido Contrarrevolucionario no nos fallaría y que estábamos a salvo de todo peligro.

Pasado ese primer momento, ¿qué fue lo que hizo el Gobierno? Iban a derogar la ley del aborto, y ésta sigue tal cual fue aprobada por las fuerzas de progreso. Iban a meter en cintura a las Taifas Ibéricas, y el ominoso Estado central se encarga de pagar todas las facturas. Iban a encarcelar a los abnegados hombres de paz euskaldunes, y los siguen soltando de las cárceles con todos los parabienes. Y así podríamos seguir hasta el infinito.

Algunos de vosotros, con sagacidad, aventurásteis la posibilidad de que el usurpador Rajoyov sea, en realidad, un agente nuestro. Otros, de manera absolutamente descabellada, habéis acudido a intrincadas explicaciones basadas en la Cábala y otras majaderías místicas y supersticiosas incompatibles con el genuino socialismo científico. A todos vosotros os digo cuán cerca, y a la vez cuán lejos, habéis estado de la verdad.

Pero volvamos a retroceder en el tiempo. Esta vez a 2008. Antes de las elecciones, el tal Rajoyov convocaba a sus huestes con el objeto, al frente de sus camisas negras, de revivir la mussoliniana marcha sobre Roma. Este sujeto, de la mano del pérfido Losantos, organizaba manifestaciones y algaradas amparadas por las banderas franquistas en contra de la acertadísima política exterior de Zapatero, del nuevo Estatut de CatalURSSnya, de los hombres de paz vascos, del matrimonio homosexual y de la $GA€, entre otras cosas. Afortunadamente, conseguimos que este fanático ultraderechista perdiera las elecciones evitando así una página de oprobio y vergüenza en la historia de este país.

Y entonces este sujeto se fue de vacaciones a Méjico para descansar, pero el Rajoyov que volvió no tenía nada que ver con el que se fue. Organizó un congreso amañado para aferrarse a la poltrona, laminó a Ortega Lara, a María San Gil, a Mayor Oreja y a cuántos le pareció necesario para instaurar un nuevo orden dentro del Partido Contrarrevolucionario y, sobre todo, dejó de criticar lo que hasta entonces le había parecido mal, pasando a una oposición pasiva

Bueno, en realidad no volvió Rajoyov. Su cuerpo, después de un fatal accidente cuya autoría el P3 ni confirma ni desmiente pero que comunica para que las fuerzas de la derecha sepan a qué atenerse, yace en lo más profundo de una ciénaga del Yucatán. Aprovechando tan feliz circunstancia, Rajoyov fue sustituido por un robot tripulado, obra maestra de la ingeniería socialista.

Tan importante se consideró esta misión que tuvimos que simular la muerte de uno de nuestros mejores agentes para que se pusiera a los mandos de este robot y traicionase, de la manera más sutil, a la extrema derecha.

Pero no sólo ha sido Rajoyov objeto de esta suplantación. También alguno de sus ministros. Y como pasatiempo para el resto del verano os dejamos el trabajo de averiguar cuáles han podido ser. Una pista: podéis descartar a Gallardonov, porque siempre fue uno de los nuestros.


Vista del robot tripulado que nos llevará a la victoria en la lucha de clases.